Hace no muchos años, ir andando al centro escolar se hacía de manera natural. Hoy en día esta práctica es, desgraciadamente, muy poco habitual y, por diversos motivos, muchos niños y niñas son llevados en vehículo particular hasta la misma puerta del centro.
Esto ha ido generando varias secuelas negativas en la población infantil, tales como enfermedades vinculadas a la contaminación, un notable recorte de su propia autonomía o menor socialización con otros niños y niñas.
Para recuperar los beneficios que proporciona el mero hecho de ir andando al centro escolar se han promovido multitud de iniciativas en un sinfín de pueblos y ciudades (por ejemplo en nuestro territorio Urduliz, Balmaseda o Gernika); prueba inequívoca de la importancia de retomar este sano hábito.
Además de potenciar la autonomía personal, el ejercicio físico y la socialización de los más pequeños, ir andando al cole contribuye notablemente a la reducción del número de coches, del ruido y de la contaminación de la zona e incrementa de forma paralela la seguridad de los escolares en sus trayectos cotidianos.
Además, para garantizar esta seguridad es necesario que los adultos respeten el entorno, las normas de circulación y eviten actitudes incívicas. Se trata pues de implicar a la comunidad en crear las actitudes, motivaciones y hábitos necesarios para conseguir que cada vez más escolares realicen su camino andando; fomentando así la convivencia vecinal y afianzando la confianza y autoestima de la población infantil, reforzando al mismo tiempo las relaciones sociales y su relación con el entorno.
En definitiva, este tipo de iniciativas contribuyen de forma notable en el desarrollo de modelos de pueblos o ciudades más sostenibles, centrados en las personas y en una utilización más amable y segura de los espacios públicos. Y lo hace además proporcionando a los más pequeños una serie de beneficios fundamentales para su desarrollo personal. ¿Qué más se puede pedir?
